Aunque sin duda deben de existir manuales sobre el tema así como libros didácticos de autores para enseñar los distintos métodos de traducción, es evidente que el mejor maestro es la práctica de la propia traducción. En la red poco o nada se puede encontrar al respecto (he buscado) y lo hallado no ofrece nada o casi nada (de lo visto) a quien busque información sobre algún método.
Evidentemente, una traducción se puede hacer literal, o sea, lo más fiel al original del idioma en el que esté escrito. Éste método, si como tal se lo quiere catalogar, es para mí el peor a elegir, pues aparte de haberlo usado y renegado de él, es casi un reflejo patente de la nulidad creativa del traductor. Esta traducción es el refugio de los ineptos. Yo lo he practicado en un par de ocasiones, en algún episodio de Átomo Kid y sé que estoy en lo cierto, porque tras hacer el trabajo y darle una relectura a las páginas, ya no te quedan más ganas de volverlo a leer nunca; eso me indica lo malo del sistema; igual me ocurre con la mayoría de las traducciones neofitas (y a veces profesionales) que leo y en las que es fácil descubrir que se ha seguido el original palabra a palabra, aunque las frases lleguen a tener escaso sentido. Incluso he llegado a ver en distintas traducciones, alguna muy reciente, que el traductor deja en blanco parte del bocadillo porque no logra atinar a darle un sentido a las palabras traducidas... ¡porque el traductor en línea de Internet no dio para más seguramente!... Hace poco leí el número 1 de una miniserie, número 1 que yo también había traducido, aunque ya hacía mucho tiempo, y me quedé sorprendido al leer dicho número y ver que (aparte lo bueno o malo que me pareció) el texto no se parecía en nada a lo por mí escrito..., cosa que no me sorprende porque yo lo varío bastante en un intento de mejorar la calidad... Y me fui a leer el mío y a comprobar esa gran diferencia... Y cuando vi esos bocadillos parcialmente rellenos inmediatamente copié uno de los textos que no estaba traducido en un bocadillo, para comprobar que un traslator en línea te daba una combinación de palabras imposibles de barajar. Y así supe cómo había hecho el trabajo el traductor aficionado. Patético. Volver a leer mi traducción fue un placer, releer de nuevo la de aquel señor es un imposible. Esa es la diferencia entre un trabajo hecho con amor y arte, que al propio autor le guste la lectura de su mismo trabajo. Una traducción es una obra literaria, no hace diferencia que sea un texto de exclusiva narrativa o un texto en una tira de dibujos, y como tal el traductor aporta su creatividad (claro, que si la tiene, o se quiere esforzar en plasmarla) y el objetivo de su trabajo ha de ser sin duda el más alto: el de que si algún día una editorial decide hacer una edición o reedición de una obra determinada (si ha sido muchas veces editada mejor que mejor para el caso)... ¡que sea precisamente esa traducción que tú has hecho la que se vean obligados a utilizar... por ser la mejor de forma innegable!... Es mucho pedir: no, todo depende de lo que tú mismo te exijas.
Así, sin duda alguna yo abogo por la traducción creativa... Y me explico: Hacemos la traducción de una determinada obra (todo se explicará con ejemplos que ilustren el acierto o error del razonamiento) y nos queda un texto bastante soso. Lo repasamos y corregimos posibles faltas ortográficas (siempre se cuela alguna), medimos que la longitud de las frases traducidas sean lo más próximas a las del original (pues si no luego no cabe el texto en el bocadillo o hay que reducir el tamaño de la letra, con lo cual queda antiestético), y enderezamos algún giro lingüístico cuya traducción literal no se ajusta demasiado al idioma al que se ha traducido. Bien, si tenemos esto conseguido, posiblemente hayamos logrado un calco de calidad semejante al del trabajo original (siempre algo tirando por lo bajo)... Pero por qué escribir aquellas frases tal y como salen de la "máquina traductora" (sea ésta el diccionario, el propio conocimiento de la lengua o el traductor en línea) si son mejorables, si se les puede dar otro aire, otra alegría, para solaz de la vista y el conocimiento. Algunos dicen que se debe hacer así "por respeto al original", con lo que tratan de cubrir su propia falta de originalidad; el respeto al original es ofrecer un trabajo que hasta el mismo autor del original quisiera que fuera el que se publicara; el guión, la secuenciación de la acción son del guionista (esto segundo también del dibujante) pero si un traductor puedo contar lo mismo con frases más atrayentes para el lector, entonces está haciéndolo bien. Ya digo que si bien en otras tareas no es tan sencillo que un autor sepa si lo lo hizo bien o no, en esto sí que lo es: si tú, que lo has escrito, encuentras placer en la lectura de lo escrito (habiéndolo cambiado, claro) es que es bueno; si con una vez que lo leas ya te basta porque ya lo has leído, eso mismo pensarán quienes lo lean... "ya lo he leído", y algunos puede que piensen (yo lo he pensado muchas veces de lo leído)... "¡y ojalá que me lo hubiera perdido!".
No quiero entrar en temas como el tamaño de letra o el tipo, pues eso no hace a la calidad literaria de una obra, aunque sin duda mi elección es un tipo de letra lo más comprensible a la vista y al tamaño mayor que sea posible sin invadir los bordes del cuadro de texto. Esos textos en letras góticas incomprensibles nunca los leo, hacen que el esfuerzo de descifrar las frases te desligen de la historia que se cuenta, hacen que te cunda el desagrado.
Obviamente opino que cualquier cambio es
aceptable si mejora el original y está en consonancia con el estilo de lenguaje
del texto restante, y en consonancia con el habla del personaje particular de
cada momento, narrador y otros.
Mi método de traducción. Aunque el objetivo
puede variar dependiendo del tipo de historia, del formato del texto e incluso
del tamaño del escaneo, en general mi técnica más usual es hacer una traducción
por encima, la cual muchas veces no es mejor que la que te ofrece cualquier traductor
en línea de la red, y después crear las frases a partir de esta traducción
desordenada.
Antiguamente, en los juicios se le ofrecían
a los testigos unos sustantivos sueltos para que ellos construyesen una frase con sentido, con lo
que se determinaba si estaban o no capacitados para testificar. La combinación
más habitual era la de: cazador, liebre, campo. Así, una de las múltiples
frases válidas sería “El cazador sale al campo y caza una liebre”; y podríamos
irnos al extremo contrario: “El cazador no pilló ni una liebre en el campo”.
Hay demasiadas, ya que el empleo de verbos era libre. Pues eso es lo que
algunas veces uno se encuentra que es capaz de desvelar en muchos textos
individuales, sólo palabras sueltas... Eso me ha pasado en traducciones del
sueco, del holandés y del alemán, aunque algo menos en este último caso: en los
que hay que inventarse los verbos, su tiempo y sus casos de declinación... en
que ponerlos. Es una traducción obligadamente creativa. Así salió el “Randy
Guitar” de Cisco Kid, a partir del alemán..., así hice algún Fantomen sueco...;
las imágenes de las viñetas te inspiran para adoptar qué verbos de acción poner
y en que tiempo, aunque no sean esos los del original.
Los ejemplos que se van a utilizar para las
explicaciones son todos de mi autoría o de colaboración con otros; me gustaría
poner algunos ejemplos nefastos que tengo a disposición, pero no está en mi
deseo ridiculizar el trabajo de otros... lo haré con los míos.
Un primer caso que se suele dar bastante es que los textos del original se encuentren bastante desleídos y descifrar el propio idioma original ya sea una dificultad añadida.
Pues hay que tirar de invención... ¡no lo vas a dejar en blanco, y poner un rótulo que diga: no lo traduzco porque no se entiende lo que pone!...
Creo que el ejemplo sirve para ilustrar el supuesto caso.
Vamos a otro supuesto... El texto de lo que traducimos está completamente obsoleto por elemental antigüedad; eso les pasa a las tiras de Pif le chien en Vaillant, que lo que se dice en ellas ya no pega ni con cola...
...pues entonces hay que echar mano de la creatividad personal, porque si no lo que saldrá será de lectura insoportable para nadie...
Si yo hubiera puesto que lo que sale de una traducción literal, Cabrero Arnal se habría alzado de su tumba..
Es habitual que de donde se traduce sea de un original que es a su vez una traducción, como en el caso de esta historia en portugués, y que algunos bocadillos tengan poca o escasa sustancia...
Texto añadido. El gángster, de Antonio
Guerrero. Aquí vemos una de las páginas del original portugués... y vemos que el texto es más bien escaso dentro de los bocadillos, esto
se da en general en las traducciones editoriales lusas...
...y si uno no saca sustancia de su cacumen para llenar ese bocadilllo le quedará tan feo como el original... ¡menudo respeto sería!... Este es el texto que yo hago....
...donde se ha creado texto manteniendo el
contexto y el mensaje. Es fácil dilucidar cuál es mejor. Haberlo hecho literal
habría sido un desastre. Casi en todo lo publicado en portugués uno encontrará
como que le faltan frases; esto tiene una explicación editorial que no viene al
caso ahora y que se fundamenta principalmente en razones editoriales.
entro de los bocadillos, esto
se da en general en las traducciones editoriales lusas...,
Ahora no encontramos con una situación que nos permite incluir algo que no se encuentra en el original del autor... Esta es la página original de esta historia de Zagor... Otro caso de añadido. Nuevamente textual,
pero que afecta de algún modo a la trama de la historia. Esta página de esta
historia de Zagor que vemos...
Cico saca una botella del agua pescando y
mira su interior... en que ve que hay un papel...
Bien, Cico se pilla un cabreo de padre y
muy señor mío con aquella broma del cartero, y me pareció que era un desaforado
cabreo el suyo, muy por encima de los merecimientos de la broma; vamos, que no
estaba en consonancia una cosa con otra... y así, decidí añadir un poco más de
sal a la cosa, inventándome un detalle nuevo. Así...
Con lo que queda más justificado el gran
rebote que Chico se pilla y justifica sus acciones siguientes contra el
cartero.
Otro caso de añadido necesario lo vemos en Tex, Mescalero Station. En Tex procuro
traducir literalmente, ya que el texto italiano tiene un tono bastante
coloquial, y sólo introduzco algún cambio lingüístico cuando es preciso al no
adaptarse la frase italiana con una española, o incluso cuando la frase
italiana no te cabe en el bocadillo y para lograrlo has de reducir el tamaño de
letra mucho, algo que no es conveniente. Pero en alguna ocasión introduzco algo
que no se encuentra en el original Veamos un caso concreto que recuerdo. En
esta página que sigue, vemos el original...
y leemos que Tex les dice a sus compañeros de
asedio que él ha visto al indio llamado “Jorobado”, así que no ha caído la
breva de tener la suerte de que haya muerto en el ataque... Y en cuanto vi
esto, supe que algo no andaba bien... que el protagonista no podía echarles un
jarro de agua fría a los compañeros que estaban defendiéndose con él de los
indios, era como un error que dejaba mal al protagonista... pues con eso los
desalentaba... y a mí me quedó inmediatamente la sensación de que esto era un error subsanable, pues un segundo
después supe qué debía ponerse... Y añadí una simple palabra más al texto...,
pensé en “giba” y “chepa”, y me quedé con la última por ser más coloquial. Así,
Tex dice lo mismo que en el texto italiano, pero en vez de decir “he visto al
Jorobado”, dice “he visto la chepa del Jorobado”... con lo que cambia todo el
mensaje de la frase y de la situación... Ahora con la inclusión de “chepa” es
como si les diese un mensaje de optimismo a sus compañeros de asedio, ya que
ese comentario tiene otra dimensión; al pasar a un tono despectivo le quita
fiereza a la figura del indio enemigo; esa burla somera produce un efecto que
mejora la imagen general de lo que se espera de un protagonista lider como Tex
Willer, levantar la moral a pesar de la crítica situación. Es fácil de
apreciar.
Mis traducciones están llenas de detalles
como éste... y es por ello que en caso de que se me copie o se hayan obtenido
archivos míos por medio de virus espías o cualquier otro medio... me sería
fácil demostrar el plagio, pues esos detalles sabes que sólo tú puedes haberlos
hecho; incluso aunque no recuerdes todos los casos, el verlos te hace saber que
son de tu creación. Una traducción mía tendría que ser traducida nuevamente, o
yo la descubriría y demostraría la usurpación. Ya ha pasado, con un Tex
precisamente. Y no creo que sea el único caso.
Caso de traducción fiel. Pues sí recuerdo
que ha habido algún caso de traducción fiel, ahora me arrepiento de haberla
hecho así. Un caso fue esta historia de Átomo Kid, que tradujo Rodin, que les
recordaré es un señor que ha traducido varios “Átomos Kid”, español nacido en
Sevilla y ciudadano de Francia. Esta página de la traducción sirve como ejemplo
de la nefasta fidelidad al original.
Y la traslación de esta traducción bastante
literal, quedó como no cabe dudar, horrenda. Creo que ha sido el único caso en
que el respeto al original se ha dado de forma total. Vemos que la traducción
fiel sólo recrea todo lo malo del original y todo lo malo de la traslación,
dejando una sensación en el lector de que está leyendo un, francés en este
caso, chapurreado del texto original...; no te deja con ganas de volver a
repetir la lectura.
Quien hace una traducción sabe si ella es
buena o no, o al menos lo puede saber..., pues si quien la ha escrito, tras
escribirla, no ha vuelto a leer dicha traducción... sobran comentarios. Una
traducción como un trabajo que parte de algo ya hecho debe tender a mejorar lo
habido..., y si no lo hace así y no ofrece nada mejor que el original, ¿de qué
sirve entonces ese esfuerzo?... Un trabajo de traducción no oficial,
digitalizado, debe ser tan bueno que, cuando una editorial del país original en
cuyo idioma se escribió el trabajo original, desee traducir tu texto a ese
idioma original por ser mejor que el de sus autores.
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